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24 No, hijos míos; no son buenos los rumores que oigo de que están escandalizando al pueblo del Señor. 25 Si una persona ofende a otra, el Señor puede actuar de árbitro; pero si alguien ofende a Dios, ¿quién mediará en su favor?

Pero ellos no hacían caso a su padre, porque Dios había decidido que murieran.

26 Mientras tanto, el joven Samuel seguía creciendo, apreciado por Dios y por la gente.

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